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lunes, 15 de diciembre de 2025

Cuento: "En la voz de las estrellas"

El crujir de las hojas bajo sus pisadas, rompía el silencio de la mañana. Franco caminaba sin rumbo por el parque. Los árboles desnudos tenían esa fascinación de bosque de cuentos. Ese día no buscaba inspiración en la caminata. Miraba cómo sus pies desaparecían entre las hojas desmenuzadas.  Pensó que el alquiler y las tarjetas no se pagan con poemas y cuentos. Si quería dedicarse a escribir, tenía que encontrar pronto un trabajo fijo.

De repente vio el cartel a la entrada del teleférico: Convención de Ufólogos en Salta-Cerro Ala Delta. Con los últimos pesos que tenía en el bolsillo decidió comprar la entrada. ¿Pero, para qué ir? ¿si él no creía en los OVNIS? Sin embargo, que sería una buena idea para escribir un relato y siguió viaje.

Cuando el poeta llegó a la cima del cerro Ala Delta, buscó un lugar cómodo, dejó el escepticismo de lado y se dispuso a escuchar. En el primer Congreso Internacional de Ufología, atendió una conferencia tras otra: especialistas, testigos de encuentros extraterrestres, algunos abducidos, investigadores y periodistas de distintas partes del mundo. Al final de la tarde, Franco y los incrédulos ya formaban un grupo de amigos, habían debatido todos los argumentos y experiencias, pero no los habían convencido. Decidieron regresar a la ciudad y subieron juntos al teleférico.

Cuando empezaban a trasladarse hacia la cima del San Bernardo, el sol del atardecer cayó entre los cerros. En el cielo, se vio un conjunto de objetos voladores brillantes que asomaban desde el oeste. ¡Qué genial!, pensó, ¡que buenos efectos visuales!

Los que quedaban en el encuentro de ufólogos, aplaudían eufóricos ante el avistamiento, mientras que los que estaban dentro de la cápsula, no comprendían qué estaba pasando. Una de las naves más grandes se situó arriba de la góndola y lanzó unos rayos cegadores que la envolvieron con una extraña fuerza anti gravitatoria, cortando los cables de acero que la sostenían y elevándola con ella. Colgados de un OVNI como un péndulo, estaba el grupo más descreído gritando desesperados, en una abducción colectiva. Así como llegaron, los alienígenas se fueron con su botín de escépticos aterrorizados a una velocidad superior a la de cualquier aeronave conocida.

Los organizadores, corrían desconcertados, discutían, intentaban llamar a la prensa. Otros, como si fuera un reality show, sólo atinaban a grabar con sus cámaras. Un especialista de la NASA comenzó a comunicarse con las bases aeroespaciales del mundo, la del Radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico y la de Crimea, que enviaron señales al espacio. Solicitaban, mediante mensajes de ondas electromagnéticas, la restitución inmediata de las personas secuestradas y un urgente esclarecimiento de la intrusión.

Mientras tanto, en la góndola, al ver el estado de shock que tenían los humanos, los invasores les inyectaron de manera remota, incierta, un gas narcótico. Algunos se exaltaron, golpeando las ventanillas, otros no coordinaban sus movimientos y se caían. Por alguna razón, los extraterrestres se fueron y los abandonaron en la desolación espacial, no sin antes dejarles, por un conducto del techo, una importante cantidad de cápsulas comestibles y de hidratación. Un momento después, se tranquilizaron bajo los efectos del gas.

Entonces, Franco, que no dejaba de observar el espacio exterior, golpeando una ventana, dijo a los gritos

- ¡Miren afuera! - el grupo se pegó a los vidrios. Frente a sus ojos cruzaba un cometa dejando una estela de gases luminosos. Más lejos, el cielo parecía llover estrellas fugaces. Y en el fondo, como un camino de espuma de polvo galáctico, cruzaba el manto de la Vía Láctea. Sin pensarlo, comenzaron a disfrutar la exploración del infinito.

No saben cuánto tiempo pasó o pasará. Siguen viajando, librados a las fuerzas fundamentales que rigen las galaxias, como si estuvieran a la deriva en el útero del universo, pero sin un cordón umbilical que los una a algún planeta conocido. Navegan por la inmensidad esperando que alguien los rescate.

Entretanto, el poeta los anima a relajarse y percibir el alma del cosmos que canta eternamente en la voz de las estrellas.

Agosto / 2025

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