En la esquina de Reyes Católicos y Las Palmeras el frío se siente más intenso. Una pareja pasa rápido al lado mío. Van con poco abrigo, tal vez salieron al mediodía a trabajar, cuando el sol de invierno auguraba una temperatura más alta. Otros van cubiertos hasta la cabeza. En este punto, la parada del colectivo que va a la universidad, suele estar muy concurrida. Pero a esta hora, ya no hay nadie esperando.
Un auto sale de cargar nafta, acelera y se mete entre otros dos. Cruza
la calle cuando el semáforo ya está en rojo. Del otro lado recibe un bocinazo. Un
grupo de chicos con uniforme de escuela, despreocupados por el frío y por
cualquier cosa que pase a su alrededor, viene caminando en sentido contrario al
del auto que acaba de salir. Casi los atropella.
Dos ciclistas también pasan el semáforo en rojo. Uno de ellos da la
vuelta en U por la avenida. Una señora circula en moto con un chico atrás, no usan
cascos. Está claro que en Salta nadie respeta
las normas de tránsito.
Una camioneta grande sale de la estación de servicio y los autos le dan
paso, parece que es cuestión de tamaño. Algunas son tan enormes que, cuando voy
en mi auto y las veo por el retrovisor, me apuro para que pasen. Con sus faros
que encandilan, las imagino como un monstruo que me persigue para comerme.
La tarde se va apagando mientras las luces de la calzada se encienden. En
el sitio donde está el cartel con los precios de los combustibles, hay un
cantero con unas pocas flores blancas chiquitas. Creo que todavía no tienen el
coraje para abrirse.
Miro los árboles que están en la platabanda de la avenida. Solo uno de
los lapachos tiene flores. ¿Será porque el invierno fue más crudo este año?
Voy hacia la vereda del frente y me quedo un momento bajo el lapacho florecido.
Desde la esquina viene un viento helado, que hace llover flores sobre mí, como
una bendición. Vienen a mi memoria los días de agosto cuando nació mi hija. Yo
sentía que esos árboles rosados anunciaban que era una niña. Desde entonces,
todos los agostos, cuando contemplo los lapachos, me envuelve un sentimiento de
gratitud por la vida, y sonrío a la primavera que ya se está anunciando.
Agosto/2024
Publicado en la Antología "Escritos de viajes" del Taller Una Voz que cuenta - Octubre/2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario