La cita era bailar tango todos los jueves a la misma hora y en la misma plaza. La luz del farol enmarcaba el escenario, el sombrero le ocultaba sus rasgos orientales. Él le susurraba palabras seductoras, ella le sonreía en cada corte y quebrada. Con “Caminito” sorprendían por su gracia y estilo, la gente se quedaba a mirarlos fascinados. Desde el callejón escuro salió un tipo de negro y rasgos orientales. Una ráfaga de metralla derribó al bailarín. Ella, en su conmoción, sacó el puñal que asomaba en la cintura de su compañero, furiosa lo lanzó certero a la espalda del atacante que cayó al suelo. La poca gente que todavía quedaba en la plaza huyó espantada. En el parlante Raúl Lavié seguía cantando: “…Yo a tu lado quisiera caer, y que el tiempo nos mate a los dos…”
Publicado en la Antología "Por la mirilla" de Micrósfera. Setiembre / 2023
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