Los árboles rodeaban todo el jardín, dando un aspecto más sombrío a la tarde. De
a poco se iban acallando los cantos de los pájaros. Un almendro centenario se
destacaba en el centro del parque. Los ruiseñores refugiados en sus ramas
seguían con sus trinos.
En
el comedor, las viejas armaduras del siglo XVI parecían observarnos desde los
huecos de sus yelmos. Ninguno de nosotros pudo disfrutar la cena. A la madrugada,
inquieto por el insomnio, me levanté de la cama que crujía. Miré por la ventana
hacia el jardín del viejo almendro y grité aterrado. El frío y el miedo me
hicieron temblar. No estaba seguro de lo que veía. Observé extrañado una sombra
huesuda recostada sobre el tronco. Estaba sentado en la hierba blanda y tupida.
Sus largos brazos sostenían sus rodillas. Lo reconocí. Era Sir Simon, el Fantasma
de Canterville. Su cara ya no era lívida, ni sus mechones tan grises. No tenía
cadenas en las muñecas ni en los tobillos. Sonreía plácido mientras posado
sobre su mano, un ruiseñor le regalaba un dulce concierto. Me tranquilicé.
Bajo
la luz de la luna plateada y envuelto en el perfume del almendro en flor, el
Fantasma había alcanzado la paz.
Noviembre/2023
Publicado en la Antología "Mutaciones" de @EosVilla Mayo/2024
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