A Don Carlos se le cayeron los años encima. Desde que Marina se fue repentinamente, ya no queda nada del corredor de maratón que fue en su juventud. Sin embargo, continúa su caminata con los pies cansados y la espalda doblegada por el peso del desamparo.
Sale todas las tardes de su casa y junto al viejo perro se van alejando, mascando ambos la ausencia.
El animal tampoco entiende qué pasó, no la encuentra en los lugares donde solía llenarlo de caricias.
Regresa con algo para cocinar y entran en la casa
oscura que todavía conserva su perfume.
Mañana será otro día, dice Carlos en voz alta, y
acariciando al perro echado a su lado, trata de dormir pensando en ella, para soñarla y levantarse vivo otro amanecer.
Publicado en "No te distraigas" Micrósfera - Macedonia Ediciones - 2025
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